La historia de Lobita es muy triste. Os la resumo porque es larga.
Con apenas unos meses fué abandonada en una cuneta, recién parida, con la herida abierta de haberle quitado el chip, sin moverse del sitio donde la dejaron, esperando el regreso de sus amos. Una chica que pasaba por allí todos los días la veía acurrucadita, dejándose morir. Pasaron los días y no volvieron. Esta chica la recogió y se la llevó a una casa donde vivía con varias personas, una comunidad hippie o algo parecido. Lobita empezó a tener problemas con la piel debido a la mala alimentación y la basura acumulada en su entorno.
Nosotros fuimos de vacaciones unos días, con todos nuesros perros. No era ni un pueblo, más bien era una urbanización en la playa. El último día de nuestras vacaciones, ya preparados para la vuelta, la vimos... y me propuse sacarla de aquella miseria.
Nadie contestaba a nuestras llamadas en la puerta. Hablamos con vecinos y nos dijeron que la perrita estaba allí siempre sola....
Viendo su estado lamentable, me propuse sacarla de allí costara lo que costara, aunque fuera a distancia. Es la historia de un rescate que nos trajo de cabeza durante días y que al final terminó con su salida de aquel antro gracias a la colaboración de varias personas, fundamentalmente de Olga..
Le encontré una familia, se hizo un cuestionario, un contrato, primero de acogida, luego definitivo, se hizo preseguimeinto por la protectora del pueblo y todo funcionó estupendamente durante algunos años. Nunca dejé de preguntar por ella, de pedir fotografías, noticias y todo marchaba bien. El que estas personas hayan hecho con Lobita lo mismo que hicieron sus primeros dueños, es algo que no se puede controlar por muchas visitas y llamadas que les hagas. A la gente se le acaba el primer entusiasmo y caen en la dejadez y el olvido por el animal que tanto ansiaron en su momento. Loba es un claro ejemplo.
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