La
jerarquía
Entendemos
con este concepto la organización que existe dentro de un
grupo de animales que convive compartiendo territorio y/o recursos.
Entre nosotros existe algo similar (pensemos en nuestro trabajo,
por ejemplo), de modo que es fácil de entender. El que está
arriba se supone que lo está por determinados méritos,
y es el que decide, manda, y se lleva la mejor tajada de todo; también
es el que da la cara en los malos ratos, no lo olvidemos.
Los perros necesitan una jerarquía muy clara en su manada
y en sus relaciones diarias. Si tenemos un perro, su manada será
nuestra familia, o nosotros solos, si no vivimos con nadie más.
Desde el primer momento el perro dedicará todo su tiempo
a observar su entorno y las personas y animales que hay en él,
con el fin de situarlos en su escala jerárquica, y saber
a qué atenerse con cada uno de ellos. Así, para lograr
que nos preste atención, nos respete y obedezca, debemos
ocupar el puesto más alto. Y eso lleva trabajo (nadie dijo
que esto fuera fácil).
El líder no es el más fuerte, ni el más grande.
Aquí los méritos se miden con otro baremo; básicamente
el mejor líder es aquel que sabe enseñar los peligros
de la vida (y evitarlos), el que se muestra equilibrado y tranquilo
en todas las situaciones, el que fija normas de convivencia no arbitrarias
y que demuestra saber lo que quiere, y además es capaz de
que le sigan sin emplear la violencia. No es tan difícil
como pudiera parecer si nos esforzamos un poco en mirar las cosas
desde un punto de vista canino. Porque a nuestros ojos nosotros
somos los más listos, pero a un perro de nada le sirve que
sepas manejar un ordenador o entiendas cómo funciona el motor
de un coche, esas cosas son irrelevantes en un mundo de perros.
En su mundo, gana el que provee de comida y agua, de refugio, de
relaciones sociales y de entretenimiento y estimulación mental.
Y visto así, cuando el cachorro llega a casa tenemos todas
las papeletas para ser unos estupendos líderes. Él
lo acepta así, y lo único que tenemos que hacer es
mantenernos y no hacerle cambiar de opinión.
Para ello, debemos comportarnos como líderes en cuanto el
nuevo perro llegue a casa. Y en su idioma. Debemos fijarnos en algo
importante: cuando nuestro perro nos da órdenes (y lo hace,
sobre todo si él es el líder, otra cosa es que las
obedezcamos), nunca usa la violencia, sino mecanismos más
sutiles, que a menudo nos pasan desapercibidos y nos llevan a seguirle
la corriente, afianzándole en su posición de dominante.
Conocer estas señales e invertir la situación es el
mejor modo de dominar a nuestro perro por las buenas. Me explico.
¿Quién no ha conocido al típico perro que trae
una pelota y se lía a ladrar hasta que su dueño se
la lanza?, a continuación éste suspira con un "es
que si no se la tiro no se calla". Bien, este perro domina
la situación, y está ordenando a su dueño que
juegue con él. Y lo consigue, es un magnífico líder
(no ha mordido a nadie para lograr lo que desea, verdad?). Y el
que empuja enérgicamente la mano de su propietario con el
hocico, para obtener unas caricias?. Está exigiendo que le
den mimos. Y el dueño le da mimos. Otro buen líder.
¿Qué decir del que pide en la mesa, dando toques con
la patita o colocando la cabeza en el regazo del amo...?, y alcanza
su objetivo, ha dado una orden (cédeme tu comida) y el dueño
ha obedecido ¡¡por las buenas¡¡. Estos perros
son los dominantes en su casa, y llevan a su manada por donde les
cuadra. Es muy frecuente ver esto en cualquier raza. Si permitimos
que esto suceda, nuestro perro no nos tendrá ningún
respeto, y cuando disponga de libertad de movimientos nos ignorará
completamente. Además, estas situaciones son la causa más
frecuente de agresividad de los perros hacia las personas (hacia
miembros de la familia), ya que el perro considera
1- que él manda, y
2- que se le está desobedeciendo (y por lo tanto procede
un castigo).
A continuación expongo las señales más frecuentes
de dominancia y cómo debemos actuar, bien para demostrar
nuestro "carisma" y auto confianza, bien para invertir
una situación que ya existe (el perro es el que manda). Si
lo aplicamos en un perro que ya ha afianzado su dominancia (siempre
con precaución, un perro muy dominante reforzará sus
órdenes con la agresión si no es obedecido, ¿te
suena?), veremos un cambio apreciable en su comportamiento. No lograremos
su adoración absoluta, pero al menos tampoco nos tomará
el pelo de mala manera.
1-Derecho de paso: el líder tiene preferencia de paso SIEMPRE.
Esto quiere decir que cuando se mueve por el territorio, los demás
se apartan, y no al revés. Olvida tus buenos modales, si
tu perro se cruza en tu camino, ignóralo y sigue andando,
si tropiezas no te enfades, simplemente actúa como una apisonadora:
sigue avanzando. Que se aparte. Esto es especialmente importante
en casa. El perro que se coloca en medio, en los pasillos o atravesado
en las puertas de más tráfico para dormir, no está
durmiendo, está controlando al personal. No pases por encima
aunque eso no te suponga esfuerzo, se dará cuenta que le
estás cediendo el paso. Si está frente a puertas o
en pasillos, coloca la punta del pie bajo su cuerpo y haz cuña
suavemente (no se trata de ser violentos, solo de exigir paso libre),
hasta que se levante, insiste lo que haga falta, cuanto más
jefe se crea el perro más reacio será a moverse, pero
no cedas. En pocas repeticiones él mismo evitará ponerse
en medio. ¿Te da pena despertarle?. Seguro que tiene una
camita en una habitación tranquila y sin tráfico,
si realmente quiere dormir, que la utilice. Haz lo mismo si se coloca
delante de muebles con puertas o cajones, por ejemplo en la cocina,
ábrelos como si no hubiese nada delante, aprenderá
a quitarse si no quiere recibir un "portazo" en las narices.
No se trata de usar mala leche, ni de hacerle daño, solo
fingiremos que es transparente, que no está (no debería
estar) allí. Por lo tanto no hace falta que abramos la boca
para nada.
2-Derecho de comida: el líder come siempre el primero y se
lleva la mejor comida, como es lógico. Si tu perro come a
horas fijas, asegúrate de que no lo hace justo antes que
tú. Coloca su comedero cuando el resto de la "manada"
haya terminado en la mesa. Y nunca le alimentes desde la misma,
por muy penosas que sean sus expresiones. Si se pone especialmente
insistente, o incluso mete el hocico en la mesa, tienes dos opciones,
ignorarlo totalmente, o gruñir (no le regañes, no
lo entendería, solo gruñe, en bajo y clavándole
la mirada, hasta que se aparte de la mesa). A la larga resulta muy
agradable poder comer sin tener que vigilar que nuestro filete desaparezca
de la mesa por debajo de nuestro codo. Si se cae algo accidentalmente
al suelo, recógelo con rapidez y déjalo en la mesa,
no le uses de "recogemigas", él lo interpretará
como que cedes a su petición. La otra parte de este derecho
es la de poder enredar en su comedero cuando lo creas oportuno.
Si lo haces de modo paulatino desde que es pequeño, rara
vez pondrá pegas, acarícialo por todo el lomo mientras
come, y de vez en cuando añade algo más de comida
o algo especialmente apetitoso: las manos en su comedero significan
premio, y no le parecerá mal. Si ya es adulto y pone pegas,
no te enfrentes a él, primero sube peldaños en otras
facetas menos polémicas.
3-Derecho a descansar: el líder duerme en los mejores sitios,
y además no debe ser molestado. Muy útil el domingo
por la mañana, si el resto de la semana madrugas (tu perro
estará en pie a la hora que marca el despertador, aunque
no haya que ir a trabajar, ¿él que sabe?). La reacción
de todo cachorro es la de coserte a lametones en cuanto te pille
en posición horizontal. Si no le marcas un límite,
considera que puede hacerlo. Ahora bien, si te fijas en ese cachorro
cuando va a incordiar a un perro domínate que duerme, verás
que no recibe precisamente alabanzas. Actúa igual. Gruñe
con ganas y date la vuelta. Si insiste, sigue gruñendo hasta
que se aparte de la cama. Lo entenderá enseguida. En este
caso, si es el perro el que duerme y no está interrumpiendo
el paso, nosotros también respetaremos su sueño. Si
además no queremos tenerlo en las camas y sofás (fundamental
si es un perro muy dominante, los sitios elevados dan categoría),
es esencial proceder desde cachorro, cada vez que se suba, le daremos
la orden de bajar, si no obedece (doy por supuesto que se le ha
enseñado ese comando), le bajaremos nosotros mismos, con
calma y sin enfados, las veces que sea necesario. Si ya estamos
nosotros en ese lugar, o bien hacemos lo mismo, o bien optamos por
gruñir en cuanto ponga las manos en el mueble, hasta que
vuelva al suelo.
4-Derecho de propiedad: todo lo tuyo es tuyo y lo de los demás,
también. ¿Recuerdas al famoso perro del hortelano?,
pues era un perro líder. Eso implica que los juguetes, la
cama del perro, su comedero y bebedero, y el contenido de la casa
en general es tuyo, y se lo cedes porque te da la gana pero puedes
recuperarlo cuando quieras. Como el andar quitándole de todo
a todas horas al perro es más bien déspota (y de eso
no suele haber en el mundo animal), limítate a ejercer tu
derecho de cuando en cuando, principalmente con el cachorro, para
asegurar que no hay reticencias por su parte a cederte las cosas,
aunque las tenga en la boca. Un modo eficaz de no "pelear"
por lo que tenga el perro en ese momento es dar un buen motivo para
que te lo ceda.
5-Contacto corporal: al igual que en las personas, hay zonas más
accesibles a los demás, y zonas más "privadas".
En función de la dominancia del animal, se dejará
tocar más o menos sitios. Si somos el líder, debemos
poder tocarle en cualquier sitio sin recibir protestas. Puede ofrecer
resistencia pasiva (plegar las orejas, retirar una pata o cerrar
la boca con fuerza al querer explorarle), que venceremos con insistencia
y paciencia, pero nunca debe emplear gruñidos para impedir
que accedamos a alguna parte de su cuerpo. Las zonas más
comprometidas son los genitales, la barriga, y el dorso / cabeza,
por ese orden. El colocar nuestra mano (o cabeza) sobre el cuerpo
de nuestro perro es una señal de dominancia, y al revés,
si es él el que coloca una parte de su cuerpo sobre el nuestro,
nos está exigiendo algo, no debemos responder JAMÁS.
Para evitar problemas de contacto, debemos acariciar a nuestro cachorro
a diario, con cariño y por todo el cuerpo, explorarle ojos,
orejas, boca, piel......de modo que se acostumbre a que lo manipulemos;
cepillarlo ayuda mucho. No se trata de obligarle físicamente
a que se deje manosear durante minutos, sino de que poco a poco
se habitué a que podemos tocarle donde nos dé la gana.
No es raro el perro que "no se deja cepillar la barriga",
o "gruñe si le tocas la cabeza", no le dejemos
llegar a esos extremos. Si él hace lo propio, podemos ignorarlo
o repeler el contacto físico, depende de lo adecuado que
nos parezca y de las circunstancias (a mí no me preocupa
que un cachorro de 6 meses coloque su cabeza en mi barriga tras
un rato de revolcarnos por el suelo, dado que no se ha mostrado
dominante conmigo en ningún momento, lo interpreto más
como una señal de confianza que de intento de subir de rango,
por poner un ejemplo).
6-Contacto visual: en el lenguaje canino (y en el nuestro) una mirada
fija en los ojos del otro implica dominancia y auto confianza. Esto
podemos hacerlo desde muy pequeños y asegura nuestro liderazgo
sin riesgos (es peligroso en perros desconocidos o ya muy dominantes).
En un momento de relax, clavar la mirada en los ojos de nuestro
perro, llegará un momento en que él retire la vista
girando la cabeza, ese es el objetivo, cuanto más afianzada
esté nuestra posición, menos tiempo durará
el contacto ocular.
7-Comandos: si eres el líder, tu perro debería hacer
lo que le pides, al menos la mayor parte del tiempo (se supone que
no eres un sargento que da órdenes a todas horas). Cuando
el perro es muy joven, hay que enseñarle el significado de
esos comandos, y una vez los tenga muy claros, insistir en que los
haga, si no vale el comando verbal, puede ser necesario "obligarle"
físicamente a obedecer, no con malos modos, simplemente "empujándole"
a que lo haga. Si no viene y está atado, tirones muy suaves
de la correa le harán seguirnos. Si está en el sofá
y no baja, se le coge en brazos y se le pone en el suelo. Si no
sube al coche, le subimos nosotros...de todos modos si estas situaciones
se repiten muy a menudo (el perro no hace nada de lo que le pedimos),
tal vez trata de decirnos algo..... (repasa la lista anterior).
8-Tú mandas: o eso crees, no?. Si tu perro te da órdenes
y tú descuidadamente, las obedeces, él es el líder.
El juguete que te trae, la petición de comida, el bebedero
lanzado a tus pies, la correa en la boca y sentado frente a la puerta
de la calle, el arrastrarte durante el paseo...hay mil y una situaciones
en las que el perro nos ordena hacer cosas que nosotros hacemos
sin pensarlo dos veces, y luego nos extraña que nos gruña
al quitarle algo de la boca o no venga cuando le llamamos. Estas
situaciones son conflictivas, confunden mucho al animal (a veces
tratas de tomar el control, pero lo haces con poca decisión
y ninguna constancia: no eres previsible y no se fía de ti),
y generan tensión e incluso violencia entre los miembros
de la manada. Lo primero para evitar esto (además de lo anterior)
es hacer lo que él hace: observar. Esta actitud es clave.
Nuestro perro lo observa todo, y hace muchas asociaciones en función
de lo que ve, que le serán útiles en algún
momento de la convivencia. Pues más nos vale seguir su ejemplo.
Si le observamos detenidamente, y nos sacamos de la cabeza esas
cositas que nos distraen y nos hacen ir por el mundo sin ver ni
oír lo que pasa a nuestro alrededor (el jefe, la hipoteca,
la inflación, la avería del coche......), nuestra
relación lo agradecerá. Y al fijarnos nos damos cuenta
de cuántas veces nuestro perro nos manipula para obtener
algo de nosotros a lo largo del día. En estos casos tenemos
dos opciones: ignorarlo, o complacerle. En el segundo supuesto,
por ejemplo quiere jugar, es preferible aceptar (aunque lo ideal
sería que nosotros hubiésemos iniciado el juego),
ya que nuestro perro se aburre, y si no se le hace caso, se buscará
la vida por otro lado (poco deseable). Pero en estos casos lo que
debemos hacer es invertir los términos. Si recibimos una
petición de nuestro perro, le daremos nosotros alguna orden
(que se siente, que camine un rato al lado, lo que nos parezca),
y como recompensa, jugaremos con él, le daremos algo de comida,
etc. Así es él el que obedece, no nosotros.
OBEDIENCIA
No de cara a competir, más que nada porque en España
las competiciones se asocian forzosamente a defensa y rastro, con
lo que nos quedamos fuera, sino por el día a día,
para lograr una convivencia armónica entre nosotros y con
los demás (perros y personas), y porque el aprender cosas
nos ayuda en dos campos: el perro admite que hay una disciplina,
que tú exiges algunas cosas (como líder) y él
debe ceder, como sometido, no hará las cosas ni por la fuerza
ni porque sí). Y el perro que aprende cosas aprende también
a aprender, a recibir nueva información y esforzarse por
superar metas. Si eres aplicado, tu perro estará encantado
de hacer ejercicios contigo.
ALGUNAS CLAVES 1- Los ejercicios deben ser cortos y sencillos, apenas
un minuto para cada cosa. Que no le dé tiempo a aburrirse
con repeticiones. Ya habrá tiempo para pulir en el futuro.
2- La motivación, muy clara y que sea de su interés.
No sirve de nada insistir con la pelota si el perro pasa de la pelota.
No te cortes en usar comida, si con eso logras su atención,
pero no se la plantes delante del morro para que haga el ejercicio
(excepto en cachorros que se inician), se trata de que él
sepa que hay un objetivo, no de que haga monerías por comida
(diferenciemos entre recompensa y soborno). Si no hay atención
por su parte, no hace lo que se le pide, o se dedica a hacer el
tonto, sencillamente no hay premio.
3- El maestro tiene que saber explicarse. Nada es más frustrante
para ambos que un ejercicio que no sale....porque el que enseña
se empeña en explicarlo mal una y otra vez. Eso desmotiva
al perro para futuros aprendizajes, y es la causa más común
de que haya perros "tontos". Si de cierto modo que te
contaron una vez no le entra, es probable que no sea un modo válido
para ese perro, sé flexible y creativo, prueba de otra manera.
Cuando lo entienda, lo hará a la primera, seguro.
4- Cuando ya sepa una cosa, repasa una o dos veces para asegurar,
y descansa o pasa a otro ejercicio. Eso le mantiene despierto y
atento. Empieza cada sesión con algo que ya sabe hacer (así
va mejorando la ejecución, con repeticiones), y termina siempre
con un éxito. Si lo que querías enseñar no
sale, vuelve atrás a algo que sepa hacer, no le dejes un
mal sabor de boca (y después piensa por qué no ha
salido bien).
5- Las metas deben ser superables, al nivel de la edad y conocimientos
de tu perro. Os ahorrareis malos ratos. Si el perro se atasca en
algo al avanzar en complejidad en un ejercicio, vuelve atrás
hasta que recupere la confianza, no le fuerces ni tengas prisa.
6- NUNCA adiestres si no estás de humor, lo notará
y estarás predispuesto a perder los papeles, y los perderás
cuando empiece a hacer el tonto (para apaciguar tu incipiente enfado,
que por mucho que lo disimules se ha dado cuenta). Mejor jugar un
rato, y dejarlo para otro día. El adiestramiento debe ser
agradable (para ambos). Si es él el que no tiene ganas, respétalo,
pero que al menos realice el ejercicio que le has pedido (antes
de darte cuenta de que no le apetece dar clases ese día)
o cualquier otro, por sencillo que sea. Si escuchar comandos y no
reaccionar está permitido, tu perro se habituará a
hacerse el sordo. Ponte "pesado" y estimúlale lo
necesario para que al menos haga lo que le has pedido.
METODOS
Existen muchos métodos para trabajar con perros, y hay libros
que tratan ampliamente sobre el tema. Aquí me limitaré
a explicar cómo "piensa" el perro a la hora de
aprender, y a describir los sistemas que se suelen usar, aclarando
cuáles me han ido mejor con esta raza.
Como no creo que tengas interés en adquirir grandes conocimientos
en etología animal, voy a simplificar mucho, de modo que
lleves una idea muy clara en la cabeza. El perro (y las persona
a menudo también) busca lo agradable y rehuye lo que le produce
malestar. El principio de acción-reacción es el que
mejor ilustra cómo vamos a enseñar a nuestro perro
a hacer de todo (el límite lo ponemos nosotros). El perro
recoge información del medio (la que le damos y la que él
considera relevante), la asimila y la utiliza para elaborar una
respuesta a los estímulos que recibe. Él hace algo
(acción), el medio le da una respuesta (reacción),
y en función del resultado, la acción del perro puede
reforzarse (la reacción fue agradable) o extinguirse (la
reacción fue desagradable o neutra. En este caso la acción
puede repetirse algunas veces más, sobre todo si alguna vez
hubo reacción agradable, pero termina por desaparecer -extinción-).
Y así hasta el infinito, nuestro perro realiza al día
múltiples pequeñas acciones con el fin de lograr reacciones
agradables o de evitar reacciones desagradables, y en base a esto
se va configurando su carácter y comportamiento. Lo que debemos
hacer es tratar de obtener acciones deseadas por nosotros, dándole
a cambio una reacción que le agrade. En caso de que lo deseado
sea evitar cierta acción por su parte, nuestro trabajo consistirá
en que no haya reacción, o que esta sea poco apetecible.
Lo ideal es que la reacción negativa no tenga nada que ver
con nosotros (por ejemplo, si un perro que hurga en la basura se
pillara "accidentalmente"· la nariz con un cepo
-aflojado-, se lo pensará dos veces antes de intentarlo de
nuevo, y nosotros no tenemos nada que ver. Si lo regañamos,
dejará de hacerlo.....en nuestra presencia).
a) Refuerzo negativo: como su propio nombre indica, consiste en
dar una respuesta negativa al perro (estímulo aversivo) con
el fin de lograr que haga algo, o bien para que deje de hacer algo.
Los tirones del collar para lograr que camine a nuestro lado y a
nuestro ritmo, o el regañar/pegar cuando come basura, son
dos ejemplos. Es un método fácil de entender por todos
excepto por el perro, que a menudo no tiene muy claro o el motivo
del castigo, o lo que tiene que hacer para evitarlo, más
que nada porque se suelen mezclar dos técnicas: el refuerzo
negativo (estímulo desagradable ANTES de realizar la acción
no deseada -o durante-, o para que se realice), y el castigo, estímulo
desagradable DESPUÉS de realizar la acción indeseada).
Cuando le planteamos a nuestro perro la realización de un
ejercicio, y presionamos (estímulo negativo) para forzarle
a que lo haga, provocamos una situación de ansiedad en el
animal, que desemboca en frustración cuando no ve una salida
muy clara al problema, es decir, se le obliga a hacer algo, pero
no damos muestras evidentes de qué es ese algo (generalmente
porque no se le ha explicado antes). Es un sistema muy duro y aunque
le sale a cualquiera a la hora de aplicarlo (en realidad es lo que
nos sale a todos cuando algo no nos satisface a la primera), rara
vez se usa bien (se regaña fuera de contexto o a destiempo
o de modo desproporcionado para el carácter del perro). Puede
ser totalmente inútil, hay razas que no soportan la presión,
la salida ha de ser muy evidente, y suele evitar el castigo con
la huida (es decir, aprende, pero no obedece). Puede resultar útil
para determinadas circunstancias, en que el estímulo negativo
no tenga su fuente en nosotros (el perro que come algo del suelo
previamente rociado con tabasco está recibiendo un aversivo,
pero la salida es obvia, la presión escasa, y nuestra participación
-a sus ojos- nula). Para el resto más vale olvidarse, o tendremos
que correr tras nuestro perro a todas horas a partir de los 3 meses,
y habrá que regañarle para que haga cualquier ejercicio
con la correa (ya que en cuanto le soltemos no nos mirará
siquiera).
b) Ensayo y error: es un método intuitivo de aprendizaje
que básicamente usamos todos. Se prueba a hacer algo para
lograr un resultado, si no sale se prueba de otro modo, y de otro.....hasta
que conseguimos el objetivo. Va bien con huskies, siempre y cuando
controlemos todas las variables en cada ensayo, ya que si los errores
que cometa dan pie a comportamientos que le produzcan alguna satisfacción
pero que a nosotros no nos interesen, la hemos fastidiado. Un ejemplo.
Nuestro perro va paseando, ve a otro y quiere ir a jugar, le vamos
a soltar, pero el comportamiento de saltar y brincar, además
de no deseable, nos impide alcanzar el collar. Esperamos a que ensaye
conductas hasta que aparezca la que deseamos (que se siente y espere).
Si al final lo hace, y se le suelta, obtiene su recompensa, y probablemente
tenderá a repetir esa conducta en el futuro (nos interesa).
Pero si en sus intentos cabecea y recula y logra quitarse el collar,
eso será lo que haga cada vez que quiera hacer algo que la
correa le impide, y nos costará evitarlo. Así que
aplicar con cuidado, a ser posible que los errores a cometer nunca
sean solución al problema planteado.
c) Canalización: o más fácil de entender, distracción.
Este es muy útil, aunque a veces difícil de lograr
en un perro. Consiste en evitar la realización de comportamientos
indeseables guiando al perro hacia otros que sí son deseables.
Un ejemplo, el perro que muerde la pata de la silla. Si le damos
orden de no hacerlo, probablemente lo dejará.....un rato.
En seguida volverá a repetir, y si insistimos mucho, o aplicamos
un estímulo negativo, dejará de hacerlo delante de
nosotros (o sobre esa pata), pero no parará de masticar los
muebles. Hay que canalizar ese comportamiento hacia cosas que sí
estén permitidas (para lo cual tiene que tener acceso a ellas,
claro). El perro que corre fuera de control porque ha visto algo
que no sabemos ni lo que es puede ser canalizado hacia otra cosa,
llamando su atención con un juguete, una carrera retadora
en dirección contraria, o indicándole que por otro
lado hay algo más interesante ("mira, un perro¡",
dicho cada vez que el cachorro se cruce con alguno sirve para que
en el futuro sepa lo que encontrará si oye esa frase, Y a
los huskies les interesan los demás perros. Procura no mentir,
no son tontos y no picarán dos veces seguidas). Es muy útil
si se le echa imaginación, pero no sirve cuando el estímulo
que desencadena el comportamiento indeseable es muy fuerte (por
ejemplo, perseguir ovejas), ya que rara vez vas a lograr ofrecer
algo mejor.
d) Método clicker: se denomina así a un sistema que
emplea un clicker (rana o grillo) para confirmar al perro la correcta
ejecución de algo que nos agrada. En nuestro caso el clicker
sobra (se puede usar si se quiere, claro), es tan solo una herramienta
que permite un marcado casi instantáneo de nuestra satisfacción
por las acciones del perro, pero la filosofía que hay detrás
es sumamente interesante. Por un lado, no se fuerza al perro a hacer
nada, tan solo se espera a que lo haga (la gran mayoría de
comportamientos deseados en el perro surgen de modo espontáneo
en algún momento del día). Y cuando esto ocurre, se
marca (click, ¡bien!...) y premia al perro. Cuando capta la
mecánica, el perro realiza comportamientos diversos intentando
averiguar cuál es el que deseamos. Cuando lo repita con soltura,
se añade el comando a asociar a esa acción, de modo
que con el tiempo el perro ofrezca el comportamiento cuando se lo
pidamos, y no de modo espontáneo. Un ejemplo. Queremos que
nuestro perro se siente. Podemos obligarle con el clasico "eleva
la correa hacia arriba y empuja el culo hacia abajo". Nuestro
perro trata de volverse a ver qué hace nuestra otra mano
(y no puede porque casi le estamos ahorcando) y opone resistencia
a la mano que empuja hacia abajo, terminando por recular en un intento
de librarse de la correa. Todo un éxito, no solo no se sienta,
sino que nos empieza a coger algo de miedo (qué tio más
raro). Ahora observa al cachorro tras un rato de juego. Se sienta
solo. Bingo. Marca con el cliker, o en su defecto, con la "palabra
mágica" que usemos habitualmente, y rápidamente
premiar. El perro se queda algo sorprendido (¿Qué
ha pasado?), y te seguirá y pedirá otro premio. Ni
caso. Cuando se vuelva a sentar, otra vez lo mismo. En muy pocas
repeticiones se da cuenta de que cuando posa el culo en el suelo,
le cae algo. Es hora de introducir el comando (sit, sentado, sienta....).
Otras repeticiones más, y ya tenemos un perro que se sienta
a la orden y por las buenas. Para pulir (mejorar las posturas, lograr
un sentado más rápido, que aguante más tiempo
sentado), basta con elegir bien el momento del marcado (un poco
más tarde cada vez: sentados más largos. Solo cuando
se siente en menos de X segundos: sentados más rapidos. Cuando
se siente de frente a nosotros: sentados en determinadas posiciones).
Asociar el click con "muy bien " es sencillo: hazlo sonar
cuando el perro coma, cuando juegue, o simplemente haz click y premia
(sin que el perro haga nada de particular). Es un magnífico
sistema para lograr cosas que no sabes muy bien como explicar, pero
que el perro hace de vez en cuando por si solo, y si el sistema
te interesa, puede dar mucho más de sí.....(libros).
e) Moldeado (shaping): derivado de lo anterior, consiste en enseñarle
algo al perro por aproximaciones paulatinas a lo que deseamos de
él. Muy útil para ejercicios complejos, cuando se
usa con frecuencia el perro aprende a dar respuestas más
rápidas. En un ejemplo sencillo, para que el perro se siente
podemos premiar toda insinuación de bajar el trasero, después
premiar cuando este más cerca del suelo, y finalmente cuando
el perro definitivamente se sienta. Requiere mucha atención
por nuestra parte (para no dar marcados y recompensas erráticas
que el perro no comprenda) y una buena motivación.
f) Target: tambien derivado del clicker, para obtener otras cosas
muy diferentes. Enseñamos a nuestro perro a seguir un señalador
(un palo, nuestro dedo) y a tocar un objetivo prefijado. Es de utilidad
para ejercicios algo complejos (por ejemplo, que vaya a un sitio
alejado de nosotros, o que pase por algún lugar que no le
inspire mucha confianza). Se roza el hocico del perro con el dedo
o el palo, se marca (click/bien...)y se premia. Repetimos. En seguida
el perro buscará el extremo del señalador para tocarlo.
Añadimos el comando (toca). Y a buscarle aplicaciones (ver
más adelante).
Hay que recordar algunas filosofías que nos facilitarán
el trabajo:
-Un problema grande siempre puede dividirse en problemas pequeños
Si tenemos un ejercicio complejo, lo dividiremos en varios ejercicios
sencillos, que una vez sean ejecutados correctamente, pueden unirse
para lograr la idea inicial (moldeado). Si empezamos a enseñárselo
por el final, el perro siempre avanzará hacia algo que ya
conoce, lo que le dará seguridad en sus acciones.
-Si el método no funciona, cámbialo. Tenemos un perro
que no ha demostrado ser tonto (yo por ahora no conozco a ninguno
que realmente lo sea), está motivado y nos presta atención,
pero no hay modo de que se tumbe. No te entiende. El modo que has
elegido para explicarlo no le vale. Busca otro, y otro, hasta que
lo entienda. En la mayoría de las ocasiones nuestro perro
quiere agradarnos, si no lo logra, es posible que la culpa sea nuestra.
Y si lo hace mal un par de veces seguidas, seguro que la culpa es
nuestra (él está cooperando, no?).
-Las metas deben ser realistas. Tu perro puede ser Lassie.....pero
no en unos días. Si pedimos demasiado, el perro se verá
desbordado ante una tarea que le supera. En cambio el colocar pequeñas
metas que se van superando exitosamente estimula a enfrentarse a
nuevas dificultades, y anima a ambas partes a marcarse nuevos objetivos.
Si vemos a un perro con años de entrenamiento sentarse, y
pretendemos que el nuestro lo haga igual no lo lograremos. Primero
que se siente, luego que lo haga deprisa, luego que lo haga deprisa
y de frente a nosotros, luego deprisa, de frente, y 3 minutos; deprisa,
de frente, 3 minutos y con distracciones.......así acabará
por sentarse como ese perro que nos impresionó una vez.
-Tras cada ejecución correcta, confirma. Esto quizá
suene obvio, pero se olvida a menudo. Cuando el perro hace algo
bien en aprendizaje, hay que premiar. Si lo hace bien de modo cotidiano,
hay que confirmar. Con un perro adulto, basta una ligera caricia,
o una sonrisa, en uno algo más joven , un "muy bien"
(o lo que usemos antes de premiar) le indicará que hace lo
que deseamos. Si damos órdenes sin confirmar el perro puede
pensar que está equivocándose en algo, y la siguiente
vez desoírlas. Y si insistimos en repetir una orden sin confirmar
cada ejecución, el perro se verá en una situación
muy conflictiva que no sabrá resolver. Si quiero lograr un
sit muy correcto frente mi, casi sobre mis pies y con el perro sacando
pecho, puedo repetir la orden dando un paso atrás en cada
ocasión (el perro cada vez se acercará más),
pero si no confirmo tras cada ejecución, el animal creerá
que no lo hace bien, pues no haces más que repetir y no das
señales de ejecución correcta. Puede parecer de perogrullo,
pero intenta darte cuenta de cuántas veces a los largo del
día le dices a tu perro algo y luego no confirmas (por ejemplo,
cuando le dices "no", y obedece, ¿qué haces
después?). Olvidar esto es un buen camino para lograr una
"sordera" permanente en nuestro perro.
ALGO SENCILLO....
Algunos ejercicios para "forzar" al perro y no esperar
a que los haga por su cuenta:
Sentado: vete con el cachorro a dar un paseo, juega con él,
y cuando esté cansado y sin distracciones (al principio esto
es fundamental, el perro se distrae con todo, no nos pongamos las
cosas más difíciles), colocas una golosina en el puño,
le dejas que la huela, y con toda su atención puesta en tu
mano, la elevas por encima de su cabeza (pegada a su hocico) y la
llevas hacia su grupa. En su intento por seguirla (si salta la has
elevado demasiado), se le "caerá" el culo al suelo.
Bien. Premio. Repite tres o cuatro veces más mientras le
dices el comando a asociar.
Tumbado: con el perro algo cansado, y la golosina en un puño,
le dejamos oler, y llevamos la mano hasta el suelo, dejándola
allí. Primero se sentará (antes funcionaba, no?),
luego hará un poco el tonto, seguirá rascando y mordisqueando
la mano (duele, aguanta un poco), y finalmente, si la golosina es
lo bastante interesante, se tumbará.....desesperado. Abre
la mano. La siguiente vez que lo repitas, la secuencia será
más corta (no sabe muy bien porqué se abrió
la mano, pero sí sabe lo que no sirvió para abrirla).
Y vete añadiendo una orden (tumba, tumbado, tierra, down,
platz....).
Dar la pata: fácil. Golosina en una mano, y toma la pata
de tu perro con la otra. Premia. Repite unas cuantas veces, lleva
tiempo. Añade el comando mientras coges su pata. Tras unos
días, prueba a decir el comando y extender la mano (sin cogerle
la pata). Si te la ofrece, premia, si no, cógesela de nuevo
y premia, unas cuantas veces más.
Venir a la llamada: la más sencilla, aunque luego cueste
mantenerla. Elegir un momento en que el cachorro parezca aburrido,
agacharse en cuclillas, con los brazos abiertos, y decir su nombre,
y ven (o lo que queramos usar). Cara muy sonriente. Casi seguro
que viene. Premiar efusivamente y dar muchas caricias, e incluso
juegos (es una orden importante, y no solo nos conviene que la haga,
nos interesa que la haga con alegría y a la carrera, como
un cachorrito durante toda su vida). Si no se decide, dar unas palmas
y abrirle los brazos de nuevo. ¿No viene?. ¿Estás
seguro de que está aburrido?. Otro modo es con el cachorro
atado a una extensible o cuerda larga, atraerlo suavemente mientras
damos la orden, pero no soy partidaria de forzar físicamente
al perro a hacer nada nuevo, nuestro trabajo consiste en tener el
suficiente ingenio como para lograr la respuesta por su parte de
modo natural (un perro que viene arrastrado no viene rápido
ni alegre, lo de la "fuerza mágica que le atrae"
que se lee a menudo, no sé otros perros, pero el perro no
se la traga).
No tirar de la correa: sobre esto se pueden escribir enciclopedias.
En estos perros, deshecha los collares estranguladores, de pinchos,
y en general todo aquel que no sea de 2,5 cm. de anchura mínimo
(recuerda, la presión la evita con la huida). Queremos un
perro con cuello delicado, y con tirones y cadenas solo logramos
que haga "callo" en esa zona. Lo mejor, como en todo,
es empezar desde el principio. El cachorro se acostumbrará
a llevar collar en casa, a ratos, debe estar cómodo y algo
holgado (los de nylon, los mejores, y si son acolchados, ideales),
pero no tanto que si tira hacia atrás pueda quitárselo
(es peligroso). La otra herramienta es una correa extensible, de
cinco o de ocho metros. Por lo general un cachorro de 2 o 3 meses
no se separa a más distancia, solo avanza, investiga, se
detiene, mira hacia atrás para confirmar que le siguen.....y
nunca llega a tirar. Si cuando él avanza nos ajustamos a
su paso (es un perro de movimiento ligero, pues andemos a trote
ligero. Cuando crezca, nosotros mantendremos el paso algo ligero,
y él aflojará algo el suyo, axial llegaremos a un
acuerdo. Si pretendes que ande lentamente todo el tiempo, mejor
busca otra raza, el siberiano es un trotador nato, y debe poder
trotar de vez en cuando), es casi seguro que no tendrá oportunidad
de tirar. Vamos bien. De vez en cuando se colocará a nuestro
lado de modo espontáneo, momento en que aprovechamos para
cubrirle de alabanzas, caricias y alguna golosina. A nuestro lado
se está de maravilla, no? Cuando empiece a crecer un poco,
los cinco metros de correa se le quedan cortos, y no vamos a correr
tras él, claro. En estos momentos hay varias opciones. Cuando
tira, nos clavamos en seco en el sitio, seguirá tirando y
dando brincos......hasta que ve que no hay modo de avanzar, y se
vuelva hacia nosotros, casi seguro que se coloca a nuestro lado,
en ese momento avanzaremos. Volverá a hacerlo, y nosotros
reaccionaremos igual. Es muy lento (puedes tardar 5 minutos en avanzar
unos metros, al menos al principio, sobre todo si el perro ya tiene
costumbre de tirar), pero funciona. Llega un momento en que correa
tirante significa "imposible avanzar", y créeme,
tu perro sabe muy bien cuánto mide su correa. En el momento
en que tirar le sirva para alcanzar un objetivo interesante para
él, lo hará cada vez con más fuerza e insistencia
(y a ese juego no le ganas). Al impedirle tirar DESDE UN PRINCIPIO
no dejamos que se afiance el "ejercicio": correa tirante
= objetivo conseguido. Otro modo es no dejarle tomar la iniciativa
(eso se les da de maravilla), cuando veas que la correa va a tensarse,
cambia la dirección del paseo, cambiar tantas veces como
sea necesario, de modo que el perro tenga que fijarse en nosotros
(con una extensible esto puede ser complicado, se liará con
todo lo imaginable). Y otro modo, cuando tense la correa, damos
un tirón seco y breve (con suavidad, es un cachorro) mientras
decimos "no", felicitando cuando mantenga la correa relajada
(para eso es necesario un perro sin callo en el cuello, esos tirones
son muy eficaces para evitar que nos arrastre en un momento dado,
o para recuperar el control cuando se exalte demasiado, pero no
abuses, equivalen a una amenaza en el idioma canino y minan la confianza
del perro hacia ti). El mantener la correa tensa en dirección
contraria al perro no sirve más que para habituarle a tirar.
Hagas lo que hagas, sé sistemático y persistente cuando
sea pequeño, es fácil evitar que un cachorro de 10
kilos tire, pero no lo es tanto con un adulto de 26. A menudo dejamos
al pequeño que nos lleve porque no tiene fuerza para arrástranos,
y no le damos importancia ni le corregimos (ni le enseñamos
lo que se espera de él). Pero al igual que todo lo demás,
lo que hace el cachorro de modo cotidiano se convierte en hábito
en el adulto, y luego es casi imposible rectificarlo, especialmente
si a él tirar le funciona para conseguir su objetivo (llegar
a algún sitio)..
Suelta: esta es muy útil e importante, y en alguna ocasión
puede salvarle la vida a nuestro perro. Empezamos pronto, cuando
esté jugando y tenga algo en la boca. Nos acercamos con una
golosina en la mano, la colocamos frente a su hocico, y damos la
orden. Para poder coger la golosina tiene que abrir la boca. Se
la damos. Repetir. Conviene que nos quedemos con el objeto que tenía
en la boca, de cara a acostumbrarle en el futuro que suelta es dejar,
no dejar y volver a coger. Pero no lo hagas desaparecer sin más,
o en otra ocasión puede decidir que no quiere que te lo quedes
tú, y entonces no abrirá la boca. Simplemente coge
el juguete, juega con el perro un rato......y finaliza quedándote
con él. Si "suelta" implica un premio y un rato
de diversión, estará muy bien dispuesto en el futuro
a cederte lo que sea.
Cruzar la calle: imprescindible para tener un perro que no monte
un número cada vez que esperemos en un semáforo. Advierto
desde ya que por muy bien que lo haga, nunca le dejes suelto en
la calle, pues hasta el perro más obediente decide un día
que le interesa algo de la otra acera, y es casi seguro que le atropellarán.
Cuando vayas por la calle y te dirijas hacia un bordillo, mantén
la correa corta y da una orden (alto, stop...), y párate
unos segundos. Luego sigue andando de un lado a otro de la acera
mientras das otra orden (cruza). Hazlo en absolutamente todas las
aceras que encuentres, si están rebajadas, procura elegir
un trozo donde haya escalón (o el perro no tendrá
claro dónde detenerse). En pocos días, el perro aminora
la velocidad al llegar a un bordillo, y casi con seguridad se detenga
con solo oír la orden (sin tensión en la correa).
Más adelante se parará sin ni siquiera oír
el comando. Y en el futuro, si vamos bien, frenará de modo
espontáneo en las escaleras, los bordillos de los jardines,
los rebajes de los garajes......perfecto, no lo ignores, dale la
orden de cruzar aunque no venga al caso, y felicítale.
Con esto ya tienes para empezar. Según las ideas que tengas
en la cabeza, y siguiendo esta mecánica, puedes enseñarle
docenas de cosas útiles (o no) a tu perro, que harán
más agradable la convivencia diaria. Y recuerda que una vez
entendido el ejercicio, la repetición es lo que lleva al
hábito, no olvides hacer "clases de repaso" con
frecuencia.
LIDER vs. JEFE
Aquí nace el primer conflicto entre perros y personas. Nuestros
amigos peludos buscan un líder al que seguir (si no ellos
ocupan ese puesto, no puede quedar vacante), y los humanos nos empeñamos
en imponerles un jefe. ¿La diferencia?, una, y muy importante:
el líder convence, el jefe obliga. El líder tiene
cosas que ofrecer, y así lo hace, el jefe carece de argumentos,
y por tanto se impone por la fuerza. Para muchos ese es el argumento
número uno en la naturaleza, el que parece más habitual,
la ley de la selva. Pero en el fondo si eso fuese así, muchas
especies se habrían extinguido hace tiempo, matándose
unos a otros dentro de la misma especie. En realidad, y en el caso
que nos ocupa de los perros, existe un amplio repertorio de señales
visuales, acústicas y olorosas encaminadas exclusivamente
a reducir la agresividad entre individuos. Cuando los emisores y
receptores de estos mensajes respetan su significado, las peleas
y agresiones son mínimas, lo que conocemos vulgarmente como
"teatro". Nuestro primer deber será conocer esas
señales Y RESPETARLAS. Y de paso, tratar de emitirlas cuando
lo creamos necesario para darle a entender lo que pensamos a nuestro
perro.
Entre los humanos existen dos tendencias generales en la relación
con los perros: la democracia y la dictadura. Malas noticas: los
perros no saben nada de política, y ni una ni otra les sirven
de mucho. Aunque aun peor (sobre todo para el que la sufre), aceptan
como más válida la dictadura que la democracia. En
la naturaleza no suelen existir ejemplos de ninguna de estas dos
circunstancias entre los cánidos: ningún líder
pregunta a los suyos qué es lo que desean hacer, ni lo somete
a votación: ¿por qué?, porque se da por supuesto
que si es el líder, todo lo que haga irá encaminado
a beneficiar y/o proteger al grupo, y por tanto, si ocupa ese puesto
merecidamente, no tiene que someter a juicio sus decisiones, son
las mejores para todos y punto (algunos humanos deberían
tomar nota). En las dictaduras, el que se impone (por las malas)
es el jefe. Inicialmente funciona, si es el más fuerte, los
demás poco pueden hacer. Pero el hecho de que las decisiones
sean siempre en beneficio propio, y que haya impuesto su mandato
por métodos poco pacíficos, le obliga a hacer constantes
demostraciones de fuerza para mantenerse en su puesto (los desafíos
serán continuos, pues los subordinados no estarán
satisfechos con su situación), y tiene un gran inconveniente:
si algún día no puede mantener esa fuerza (lesión,
enfermedad, vejez...), el resto del grupo unirá las suyas
para destronarlo, y se acabó lo que se daba. El líder
que ocupa ese puesto de modo espontáneo y aceptado por el
grupo no necesita cubrirse las espaldas, nadie le atacará
por ellas, ni tampoco debe hacer ostentación de poder, se
le respeta por lo que ofrece, no por la fuerza física de
que dispone. Volvemos a las personas. Los que instauran la democracia
en su casa tienen un problema, ya que el perro no comprende el concepto,
y aunque todos deseamos que nuestro amigo sea uno más hasta
ese nivel, no es posible pedirle las cosas por favor, no entenderá
un "gracias", y no se le puede pedir su opinión
para todo. Él solo busca un buen líder (al que por
supuesto hay que probar, no te puedes fiar del primero que pase
por tu vida diciendo que se ocupará de ti) que le organice
la vida y le proteja del mundo exterior, que en el caso de las ciudades
puede ser mucho más complicado que en Alaska, a veces. Cuando
encuentra a esa persona (o perro), le sigue sin dudar, y no cuestiona
prácticamente nada, pero hasta entonces todo son dudas y
tanteos. En una democracia los límites para el perro no están
bien definidos, al animal se le da una libertad que no entiende
como la entendemos nosotros (él la ve como debilidad y falta
de límites, no como una situación de igualdad, que
por cierto en las manadas de perros y lobos no existe), y que le
confunde más que ayuda, llegando un momento en que acaba
por tomar las riendas (asume el liderazgo que nadie parece querer)
y termina por hacer las cosas como él cree que deben hacerse.
Resultado: tenemos el famoso problema de "agresividad por dominancia"
(o creías que cuando tu perro tomase el mando iba a preguntarte
tu opinión sobre cómo repartir el sofá?), el
perro dirige, impone unas normas, y espera que se respeten, y si
no se respetan, puede tomar cartas en el asunto. En huskies el problema
no suele llegar a tanto (el perro que no es obedecido por los suyos
tiende a apartarse del grupo y buscarse otras compañías
menos conflictivas), pero en otras razas son frecuentes las llamadas
al orden por parte del animal con métodos poco democráticos:
gruñidos, amenazas, y en última instancia, mordiscos
(es el clásico perro que invade el sofá, que no deja
que le quiten los juguetes, o que metan la mano en su comedero,
ni permite que le cepillen o acaricien.....). Llegados a este punto
tenemos el famoso perro que "se ha vuelto loco" (está
"atacando" a su propietario), o bien el que "es muy
bueno, si no le molestas...".
La dictadura es también una opción frecuente, es un
modo fácil y "eficaz" de manejar perros, el argumento
único es "porque yo lo digo", y en general funciona
más o menos bien con todas las razas. Pero solo funciona
para mantener una cierta compostura en el animal. Si queremos que
dé lo mejor de sí mismo, o incluso que nos haga caso
en determinadas razas (como la que nos ocupa), es un sistema que
tampoco vale. Esta muy de moda por la extrapolación que se
hace de las manadas de lobos, en las que el alfa dirige (aparentemente)
a los suyos a base de gruñidos, amenazas, mordiscos más
o menos intensos, y fuerza posturas de sumisión en las que
el subordinado se coloca panza arriba y lame su nariz. Como la especie
violenta por naturaleza que somos, nos quedamos con ese estribillo,
y no vemos el resto de la canción. Y así se propaga
el tratar por la fuerza en todo momento a un animal que curiosamente
es mucho más fuerte que nosotros, y se indica cómo
imponerse del modo más brutal posible a la menor salida de
tono (o a todo aquello que nos disguste de nuestro perro), forzando
situaciones cuanto menos muy estresantes para nuestro amigo, que
rompen su confianza en nosotros y le inducen a tenernos miedo, mucho
miedo. Algunos ejemplares pueden llegar a defenderse (y son inmediatamente
sacrificados, claro), pero la mayoría opta por dar muestras
de sumisión absoluta (generalmente ignoradas por el dictador,
que sigue aplicando el castigo hasta que se cansa, no respetando
los mensajes enviados por su perro) o llegan incluso a desconectar,
dejándose llevar por las circunstancias pero con la mente
en otro lado, son perro vacíos, con la mirada vidriosa, a
los que todo parece darles igual. Y aunque incluso en esto hay grados
(no es lo mismo amenazar a tu perro con un periódico que
darle una paliza con un palo), cualquier forma de agresividad hacia
el animal es injustificada, y la mayoría de las veces no
responde a un adiestramiento real, sino a una venganza por parte
del que la aplica ante su frustración por no ser capaz de
conseguir lo que desea de otro modo, o porque su vida en general
es un asco y tiene que pagar el que menos culpa tiene. El perro
entra tan mal en este sistema como en el otro (o peor), y es entonces
cuando sí opta por la huida (en el caso de las "democracias",
lo más probable es que no obedezca, pero tampoco tiende a
marcharse: se cree el líder, y debe cuidar de su manada),
y si tiene que estar atado, su comportamiento es impredecible, desde
la apatía más absoluta, hasta la histeria más
descontrolada, y por supuesto obedece siempre de mala gana y necesita
que le recuerden constantemente "quién es el jefe".
¿Y entonces qué hacemos?. La clave está en
hallar un equilibrio. Ni dejar al perro que elija entre todas las
opciones posibles, ni imponernos a él en todo momento ahogando
su personalidad. Nuestro siberiano necesita unos límites
claros y unas normas a seguir, pero también espera que le
convenzan de que esas normas son lo mejor para el grupo, y que tú
tratas de ser un líder, no un jefe. El papel del líder,
en principio, es sencillo: debe proteger a los suyos. Y nada más.
Eso implica conseguir comida y agua, lograr sitios seguros donde
descansar, evitar los peligros y las confrontaciones violentas con
otros congéneres (o con otras especies).....y eso implica
algo importante: NO PUEDES ATACAR A LOS MIEMBROS DE TU MANADA SI
TU TRABAJO ES PROTEGERLOS. Ambos conceptos se contradicen, y por
lo tanto no pueden darse juntos. Si proteges a tu perro de los ataques
de otros perros, o de que lo atropelle un coche, y luego le amenzadas
y le agredes modo habitual para lograr su "cooperación"
en ejercicios de obediencia, por ejemplo, eres un líder muy
muy raro, más bien pareces un jefe (por agredir se entienden
también modos habituales de adiestramiento como collares
de castigo y estranguladores, ya que actúan de modo violento
sobre el cuello del perro, lugar habitual de mordisco en peleas
entre congéneres, y cuyo uso es interpretado por el animal
como un ataque).
Una vez entendida esta idea la cosa es bastante sencilla, aunque
no siempre es fácil de llevar a cabo. Debemos ayudar a nuestro
perro a superar miedos infundados animándole a enfrentarse
a ellos, y cubrirle cuando el miedo tenga fundamento, protegiéndole
en la medida de lo posible (para ello es necesario que el perro
nos acompañe cuanto más tiempo mejor, a pocas cosas
puede enfrentarse si solo sale media hora al día, y siempre
por el mismo sitio). El mundo es muy complejo y lleno de cosas a
descubrir y explorar, y si el perro tuviese que aprenderlo todo
por sí mismo no duraría mucho, nuestra experiencia
es un punto fuerte a nuestro favor, y el perro lo sabe y lo valora
adecuadamente. De modo habitual el cachorro recurre a su líder
cuando algo le da miedo: ladra o vocaliza, se acerca a nuestras
piernas o se mete tras nuestro cuerpo, y nos observa para saber
cómo comportarse. No desperdiciemos esas oportunidades, pues
de ellas dependen dos cosas: que nuestro perro nos llegue a respetar
y a apreciar con el tiempo (nos ganaremos su CONFIANZA), y que cuando
una nueva situación le dé miedo de verdad no corra
descontrolado sino que corra...hacia nosotros (buscando la protección
que le hemos prometido). Si la causa de sus temores es injustificada,
con paciencia y EJEMPLO debemos convencerle de ello, por ejemplo
de otros perros o de una bolsa de plástico que vuela o de
un carrito de la compra o un paraguas, adelantándonos a él
y dirigiéndonos hacia la fuente de su miedo, hablando alegremente
o incluso riendo (eso lo entienden en seguida), tocando e incluso
olfateando el objeto o jugando con el otro perro para incitarle
a que se acerque. Y repetir esto las veces que haga falta con todo
lo que sea necesario. Esquivar las causas de sus miedos solo contribuye
a reforzarlos: le estás mostrando, con tu ejemplo, que hay
que huir de la gente con paraguas o de otros perros o de las bombonas
de butano. Y él, que se fía de ti, lo hará
en el futuro casi con toda seguridad, durante toda su vida.
En el caso de que la fuente de su miedo sea real, pues lo dicho,
muestra tú también miedo y aléjate del lugar,
la idea le quedará clara (por ejemplo a coches en marcha,
o animales de granja de gran tamaño...). Si tu perro en una
situación de miedo corre hacia ti solicitando ayuda, no lo
ignores, no le critiques o le regañes para luego abandonarle
a su suerte: le estarías fallando en tu misión principal
y no lo va a olvidar. Si esto ocurre con algo tonto, como que le
tenga miedo a otro perro al que tu aprecias como amistoso, es preferible
ayudarle a relacionarse, si es preciso lo coges en brazos y lo acercas
así, poco a poco, al verse en alto y contigo a su lado se
sentirá más seguro, pero ni le des la espalda ni evites
los contactos. No es necesario que al primer encuentro juegue como
loco con los perros que le dan miedo, pero sí que al menos
intente olerlos, se deje oler, y compruebe que efectivamente ni
ellos le hacen daño, ni tú le dejas a su suerte. Con
pocos intentos más se convencerá y él mismo
establecerá las relaciones con sus congéneres.
En el resto de la convivencia diaria se establecen unas normas,
algunas podrás explicárselas, otras no, en ese caso
las tendrás que mantener con las señales arriba mencionadas,
amenazas en su idioma que indiquen "te estás propasando",
y permanecer atento a las reacciones de tu perro, respetando de
inmediato cualquier señal de que ha entendido lo que le decimos.
Las normas, pocas y claras, de obligado cumplimiento y a ser posible
con sentido para el perro: todos los perros entienden que defiendas
tu comida (otra cosa es que lo respeten), o tu cama/sofá.
No todos entenderán lo de no cavar bajo los rosales o no
pisar un suelo recién fregado. No seas demasiado retorcido,
o te crearás trabajo extra. Y a la hora de hacer cumplir
esas normas, piensa que si has sido un buen líder, tu perro
cederá muy rápido ante un gruñido en la mesa,
o una mirada asesina para que abandone el sofá: el ser líder
es un trabajo duro, y como tal tiene un buen "sueldo".
En cuanto a las señales a emitir y respetar, son muchas y
diversas, puedo comentar algunas pero deben ser vistas dentro de
un contexto, e interpretadas en conjunto; por ejemplo, se dice que
el perro que mueve la cola es amistoso. Sin embargo, si mueve la
cola de modo envarado, muestra los músculos rígidos,
las orejas hacia delante y la mirada fija, no es en absoluto amistoso....
El arma número uno de la comunicación hombre-perro
es la vocalización. Nuestra mímica es algo limitada,
no tenemos rabo y nuestras orejas no se mueven, así que la
voz es lo que más usamos. El perro responde bastante bien,
pero si podemos reforzarla con posturas corporales, mejor. En el
tema de olores ni entro porque no lo controlamos en absoluto, aunque
nuestro perro sí que obtendrá información de
ellos. En nuestro perro lo que mejor podemos valorar sin embargo,
es la expresión corporal, ya que los siberianos suelen vocalizar
bastante poco. Nosotros podemos usar como modo de desaprobación
el gruñido, bajo, gutural y prolongado hasta que haga efecto.
Si lo acompañamos de una mirada fija y rigidez muscular (como
si fuésemos a saltar sobre el perro, aunque estemos tumbados
en la cama), el efecto suele ser inmediato. Los gemidos, agudos
y repetitivos, también tienen su utilidad, de cara a un cachorro
demasiado suelto con sus dientes o un adulto que acaba de perder
el control en un juego. Por norma general, inhiben el comportamiento
realizado en ese momento. Conviene acompañarlos de inmovilidad
absoluta y mirada perdida, y una vez el perro recupera el control,
de un abandono de la escena como "protesta" a su brusquedad.
La siguiente vez tendrá más cuidado. La expresión
corporal también es importante. Una inclinación de
nuestro cuerpo hacia delante, con la mirada fija en el perro (y
si es posible, una buena sonrisa), con un avance lento o una inmovilidad
total, invita al juego (no te ha pasado alguna vez que tu perro
viene a la llamada y cuando te agachas para ponerle la correa, echa
a correr en círculos?, pues ya sabes porqué). Los
saltos, carreras cortas (y circulares), aspavientos y la risa, también.
El presentar un objeto y fingir gran interés por él,
lo mismo. Utilízalo cuando desees iniciar un juego con tu
perro. La mirada fija con expresión seria es una amenaza
si se dirige hacia los ojos o el lomo, si se dirige a un costado
y se intercalan ladeamiento de cabeza, es una señal de apaciguamiento.
No creo que lo necesites para relacionarte con tu perro, pero si
él lo hace, ya sabes lo que trata de comunicar, que te calmes.
En cuanto al perro, su lenguaje es complicado, pero a grandes rasgos
lo que más veremos será: orejas replegadas contra
la cabeza, balanceos lentos y amplios de rabo y cabeza que se mueve
hacia los lados o hacia a abajo evitando las miradas fijas, en un
perro sumiso que desea nuestra atención, a veces acompañado
de lamidos de nariz (la suya o la nuestra, da igual). Si esto lo
hace cuando se le está regañando, deberías
hacer caso, está tratando de apaciguarte, lo siguiente sería
mostrarte el cuello, y finalmente tumbarse en el suelo panza arriba
(frena, ya no puede someterse más, no tiene sentido insistir
en lo que sea que estás haciendo). La posición clásica
de pecho al suelo y culo alto es una invitación al juego.
También lo es la mirada fija, el rabo horizontal, las patas
ligeramente envaradas y el movimiento muy lento o ausente, como
si fuera a cazar algo. La posición de agazapado en el suelo
es una exageración de lo anterior, con igual significado.
El perro que ladea o baja mucho la cabeza, repliega las orejas pero
no mueve el rabo sino que lo baja o incluso lo mete entre las patas,
además de apaciguarte demuestra que tiene miedo. Si además
eriza pelo, es posible que responda agresivamente si se cree arrinconado.
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